US economy

¿Cuáles son las causas de la alta inflación actualmente?


Estados Unidos lleva dos años de inflación anormalmente alta y, aunque el país parece haber superado la peor fase de la mayor subida de precios en medio siglo, el camino de vuelta a la normalidad es largo e incierto.

El repunte de los precios durante los 24 meses que finalizaron en marzo erosionó los aumentos salariales, agobió a los consumidores y estimuló una respuesta de la Reserva Federal que tiene el potencial de provocar una recesión.

¿Qué fue lo que generó la penosa inflación y qué pasará ahora? Un vistazo a los datos revela una situación surgida de las perturbaciones provocadas por la pandemia y la respuesta del gobierno, que empeoró con la guerra de Ucrania y ahora se está enfriando a medida que se resuelven los problemas de suministro y se ralentiza la economía. Pero también ilustra que la inflación estadounidense actual es drásticamente diferente de los aumentos de precios que aparecieron en 2021, impulsada por los obstinados aumentos de precios de servicios como los billetes de avión y las guarderías, en lugar del precio de las mercancías.

Se espera que los nuevos datos sobre salarios y precios que se publicarán el viernes sigan mostrando una moderación lenta y constante para marzo. Ahora los funcionarios de la Reserva Federal deben evaluar si el enfriamiento se está produciendo lo suficientemente rápido como para asegurar que la inflación volverá pronto a la normalidad, un tema en el que se hará énfasis cuando el banco central publique su próxima decisión sobre las tasas de interés el miércoles.

La Reserva Federal aspira a una inflación promedio del 2 por ciento a lo largo del tiempo utilizando el índice de gastos de consumo personal (PCE por su sigla en inglés), que se publicará el viernes. Esa cifra extrae algunos de sus datos del informe sobre el índice de precios al consumidor, que se publicó hace dos semanas y ofreció una imagen clara de la trayectoria reciente de la inflación.

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Antes de la pandemia, la inflación rondaba el 2 por ciento, según lo medido por el índice general de precios al consumidor y por una medida “básica” que excluye los precios de los alimentos y los combustibles para tener una idea más clara de la tendencia subyacente. Cayó bruscamente al comienzo de la pandemia, a principios de 2020, cuando la gente se quedó en casa y dejó de gastar dinero, y luego repuntó a partir de marzo de 2021.

Parte de ese repunte inicial se debió a un “efecto base”. Los nuevos datos de inflación se comparaban con las cifras deprimidas por la pandemia del año anterior, lo que hacía que las nuevas cifras parecieran elevadas. Pero a finales del verano de 2021, estaba claro que algo más fundamental estaba sucediendo con los precios.

La demanda de bienes era inusualmente alta: las familias tenían más dinero del habitual tras meses en casa y repetidos cheques de estímulo, y lo estaban gastando en autos, sofás y muebles de exterior. Al mismo tiempo, la pandemia había paralizado muchas fábricas, lo que limitó la cantidad de suministros que las empresas del mundo podían producir. Los costos de envío aumentaron, la escasez de productos aumentó y los precios de las compras físicas, desde electrodomésticos hasta vehículos, se dispararon.

A finales de 2021 se inició una segunda tendencia. Los costos de los servicios, que incluyen compras de intangibles como clases particulares y preparación de impuestos, habían empezado a subir rápidamente.

Al igual que los precios de los bienes, esto se debía a la fuerte demanda. Como los hogares estaban en buena posición para gastar, los caseros, las guarderías y los restaurantes podían cobrar más sin perder clientes.

En toda la economía, las empresas aprovecharon el momento para engrosar sus ingresos; los márgenes de ganancia se dispararon a finales de 2021 antes de moderarse a finales del año pasado.

Las empresas también estaban cubriendo sus crecientes costos. Los salarios habían empezado a subir más deprisa de lo habitual, lo que significaba que la factura laboral de las empresas se estaba hinchando.

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Los responsables de la Reserva Federal esperaban que la escasez de bienes desapareciera, pero la combinación de una inflación más rápida de los servicios y la aceleración del crecimiento salarial captaron su atención.

Aunque los aumentos salariales no hubieran sido la causa original de la inflación, a los responsables políticos les preocupaba que fuera difícil que los aumentos de precios volvieran a un ritmo normal con unas tasas de remuneración en rápido aumento. Las empresas, pensaban, seguirían subiendo los precios para repercutir esos gastos laborales.

Los preocupados banqueros centrales empezaron a subir las tasas de interés en marzo de 2022 para frenar el crecimiento, encareciendo los préstamos para comprar un auto, una casa o ampliar un negocio. El objetivo era ralentizar el mercado laboral y dificultar que las empresas subieran los precios. En poco más de un año, subieron las tasas hasta casi el 5 por ciento, el ajuste más rápido desde la década de 1980.

Sin embargo, a principios de 2022, la política de la Reserva Federal empezó a luchar contra otra fuerza que avivaba la inflación. La invasión rusa de Ucrania en febrero provocó un aumento de los precios de los alimentos y el combustible. Entre eso y el aumento de los costos de bienes y servicios, la inflación general alcanzó su pico más alto desde la década de 1980: cerca del 9 por ciento en julio.

En los meses siguientes, la inflación se ha ralentizado al enfriarse el aumento de los costos de la energía y los bienes. Pero los precios de los alimentos siguen subiendo rápidamente y, lo que es más importante, el costo de los servicios sigue aumentando con rapidez.

De hecho, los precios de los servicios son ahora el centro de la historia de la inflación.

Pronto podrían empezar a desvanecerse en un área clave. Los costos de la vivienda han aumentado rápidamente durante meses, pero el incremento de los alquileres se ha ralentizado recientemente en los datos en tiempo real del sector privado. Se espera que esto se refleje en las cifras oficiales de inflación a finales de este año.

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Esto ha hecho que los responsables políticos se centren en otros servicios, que abarcan una amplia gama de compras, como la atención médica, las reparaciones de automóviles y muchos gastos vacacionales. La rapidez con que puedan retroceder esos precios, a menudo denominados “servicios básicos excluida la vivienda”, determinará si la inflación puede volver a la normalidad y cuándo.

Ahora, los funcionarios de la Reserva Federal tendrán que evaluar si la economía está preparada para ralentizarse lo suficiente como para reducir el costo de estos servicios fundamentales.

Entre los movimientos de tasas del banco central y las recientes turbulencias bancarias, algunos funcionarios creen que podría ser así. En marzo, los responsables de la política preveían subir las tasas de interés una sola vez más en 2023, una medida que se espera ampliamente en su reunión de la semana que viene.

Pero los observadores del mercado prestarán atención cuando Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal, dé su conferencia de prensa posterior a la reunión. Podría dar pistas sobre si las autoridades consideran que la saga de la inflación se encamina hacia una conclusión rápida, o hacia otro capítulo.

Ben Casselman colaboró con reportería.

Jeanna Smialek escribe sobre la Reserva Federal y economía para The New York Times. Antes cubrió economía para Bloomberg News. @jeannasmialek






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